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Mitos 3 del Teletrabajo: El teletrabajo dificulta la innovación

La innovación y la creatividad son elementos claves para hacer frente a los constantes retos de las organizaciones. La creencia de que el teletrabajo dificulta la innovación se ha expandido especialmente con la publicación de varios artículos. En concreto, por algunos resultados publicados en medios de tanta difusión como Harvard Business Review (Hodari, 27 de abril del 2015) y The New York Times (Koehn, 4 de septiembre del 2010). En ellos se recogen afirmaciones como que “la creatividad en la vida profesional requiere relaciones sociales y encuentros fortuitos. Necesita personas que estén en desacuerdo. Exige levantarse y moverse”. Y si bien todo ello es muy cierto, ni el trabajo remoto impide esas relaciones o esa creatividad, ni la oficina “en sí misma” lo fomenta.

El profesor Glenn Dutcher (septiembre del 2012), por ejemplo, encuentra que el teletrabajo tiene efectos negativos sobre la productividad de tareas aburridas y monótonas, y, en cambio, positivos sobre tareas creativas. En otro estudio, los investigadores Yeun Joon Kim y Chen- Bo Zhong (enero del 2017) encontraron que la estructura propia de una oficina y un entorno corporativo mata la creatividad y que, en cambio, la falta de estructura y la capacidad autónoma de organización la fomentan. Claro que ellos hablaban de oficinas clásicas, en silos, con espacios compartimentados y no con espacios de valor añadido, esto es, diseñados para la colaboración, la cocreación y el trabajo conjunto.

Pensemos en grandes creativos como Picasso, Dalí o Miró. El primero fue el precursor del cubismo; el segundo, del surrealismo, el dadaísmo y el pop art; el tercero fue pintor, escultor, grabador y ceramista, considerado uno de los máximos representantes del surrealismo. Ellos dispusieron, la mayor parte del tiempo, de sus propios lugares en los que trabajar en solitario y desarrollar su genio artístico, pero también frecuentaban los mismos sitios, en los que compartían conversaciones y entretenimiento. Sus encuentros cara a cara eran la ocasión de hablar, aprender, elogiar o criticar sus respectivos trabajos. De hecho, pasaron por diversas etapas creativas, en las que quedó patente la influencia de unos en el trabajo de otros.

Encontrarse con los compañeros, hablar en la cafetería o sentarse a comer juntos puede ser un modo de aumentar la interacción y la creatividad, pero no el único. Además, esos encuentros se pueden fomentar, de modo esporádico y con una frecuencia determinada. Es posible, asimismo, su estructuración para que sean creativos en sí mismos.

 

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